Una botella de vino nunca se descorcha sola. Ya sea con familia o amigos alrededor, con un inminente maridaje esperando sobre la mesa o incluso con un lienzo por pintar: el vino se sirve para disfrutarlo en compañía. Ese es uno de los motivos por los que la centenaria bodega Daroca mes a mes ofrece experiencias como las Veladas Mágicas y el Arte entre Copas, porque el vino es mejor cuando va acompañado de calor humano y de arte.
Cada velada mágica es un viaje que empieza por un recorrido acompañado por la historia de Daroca. Y es que cada botella de la bodega tiene antecedentes que se remontan más de 100 años al pasado. Entre las décadas de 1880 y 1890, Tomás Daroca emigró de España a Argentina y posteriormente a Bolivia, donde se instaló junto al río San Juan del Oro, enamorado del Valle de los Cintis. Allí consolidó sus viñedos y una empresa familiar que abarca hasta la cuarta generación en la actualidad.
Tras ese viaje al pasado, los asistentes vuelven al presente y a la magia de la velada para conocer de cerca el proceso del vino y de los destilados de Daroca. Más tarde, se sumergen en una cena maridaje de dos tiempos para hacer bailar los sabores y texturas entre la lengua y el paladar.
La bodega Daroca cuenta con dos líneas productos: una de vinos con un tinto de mesa, un vino dulce estilo oporto y el varietal de syrah; mientras que en la línea de destilados lucen un singani single de etiqueta roja, un doble destilado de etiqueta negra y el Singañac, una singani añejado por tres años en barricas de roble francés.
La velada se abre con un chuflay de aperitivo para dar paso a la comida principal, que es acompañada con vino. Mientras que el postre se pelea con el Singñac por ganarse la atención de los sentidos.
Con una lógica similar pero más vanguardista, la noche de Arte entre Copas repasa el proceso del vino y la historia de Daroca. En las simientes de la empresa familiar, esta era prácticamente la única que dotaba de vino a Tarija, por lo que, cuando hablamos de Daroca, hablamos de pioneros en la industria. En la década de 1970, se trasladó la bodega a Tarija para darle un nuevo impulso.
Tras invocar al pasado e inspirarse con la magia de Dionisio, la noche de Arte entre Copas toma un rumbo distinto e invita a los participantes a expresarse bajo la guía de un artista. Escultura en cerámica, pintura en macetas y en lienzos: son sólo algunos de los conceptos explorados en estas noches de cócteles que dan la nota justa al combinar vino con arte, arte con vino.