“Esta es la industria que puede dar de comer a este departamento”, sentencia Liz Arancibia, presidenta de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), en referencia a la importancia de trabajar por lograr consolidar al singani como un producto de exportación. Para ella, son dos los pilares con los que se puede lograr dicho objetivo: una estrategia de posicionamiento a nivel mundial y un acercamiento social hacia el productor.
Sobre el primero, señala esfuerzos previos tanto colectivos como individuales: “Ha sido un trabajo de muchos años y de muchos actores. Evidentemente, ha habido diplomáticos bolivianos que han dado su apoyo, pero también la apuesta de empresas como Casa Real que hace años en solitario viene tratando de imponer el singani en Estados Unidos”, y añade que “ahora tenemos la seguridad de tener un producto registrado que nos puede abrir mercados. Antes llegaba el singani como brandy al mercado americano”.
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Sin embargo, y a pesar del avance, la presidenta de ANIV señala que el registro del singani no es del todo aprovechado hasta la fecha. Acuerdos, facilidades, partidas arancelarias: son algunas de esas cosas que aún no se han concretado y que, desde su perspectiva, una vez se logren, beneficiarán a toda la industria.
Ahora tenemos la seguridad de tener un producto registrado que nos puede abrir mercados.
Liz Arancibia, Presidente Directorio de ANIV
“El vino y el singani no son marcas. En Estados Unidos no dicen ‘el vino de tal bodega’. Dicen ‘el vino boliviano’. Lo mismo va a pasar con el singani”, explica en referencia al trabajo colectivo para lograr el posicionamiento del singani como producto boliviano, al que ubica con la misma calidad que el whisky. Para Liz, es esencial participar de los eventos internacionales y enviar muestras del producto al resto del mundo, pero sabe que esa es una tarea titánica para una bodega en solitario. “Juntos somos mucho, ese es el trabajo, pero también necesitamos apoyo de las autoridades”.
Por otro lado, está el segundo pilar: el acercamiento a los productores. Y es que para tener un singani de la máxima calidad se necesita una uva también de extremas cualidades: “Tenemos que cuidar el singani para lograr un producto top. No podemos competir con el pisco, debemos hacer un producto mejor. Pero para eso hay que cuidar al productor. Ahora hay mucha menos uva moscatel. El próximo paso debe ser mejorar la materia prima”.
Por último, Liz destaca el crecimiento de ANIV a lo largo de los últimos años, así como el cambio generacional. Desde su punto de vista, la juventud entiende el valor de la competencia y del sentido de cooperación, elementos esenciales para las ambiciosas metas de los vitivinicultores y enólogos bolivianos. “ANIV puede consolidarse como una punta de lanza. Hemos sumado importantes aliados. Ser parte de ANIV no significa ser una bodega gigante, es cumplir unos estándares y normas”.