En el corazón de Tarija, Bolivia, un lugar se destaca como punto de encuentro esencial para los amantes del vino y singani, un espacio para los entusiastas de la cultura vitivinícola: Montecito. Este espacio único no sólo ofrece catas con algunas de las bodegas más importantes del departamento, sino que también se ha convertido en un centro de aprendizaje y conexión para enólogos, turistas y clientes y todo curioso en la materia.
Montecito abre sus puertas de lunes a sábado y hace de cada viernes una experiencia inolvidable gracias a las catas. En ellas destacan vinos de las bodegas Kuhlmann, Kohlberg, Campos de Solana, Jardín Oculto, Aranjuez, Barbacana, Daroca, Cepas de Oro, San Pedro y la internacional Fernando Dupont de Argentina. Pero el viaje no termina ahí. También se exploran las notas únicas de etiquetas como La Concepción, Cañón Escondido, Magnus y Bohemia 56, creando un mosaico de sabores que representan lo mejor de la región. Por si fuera poco, los aromas y sabores de los jamones Ulloa y Zenteno o de los quesos Caprinito inundan los sentidos.
Pero Montecito trasciende la experiencia del vino. Aquí las cervezas artesanales encuentran su lugar y ofrecen a los visitantes la diversidad y la riqueza de gustos de la producción local. Cada cata es una oportunidad para sumergirse en las historias detrás de cada botella, conectar a los asistentes con las pasiones y experiencias de quienes están detrás de su creación.
Uno de los aspectos más destacados de Montecito es su capacidad para fomentar conexiones profundas entre los enólogos y los participantes. Más que un lugar para degustar vinos y cervezas, se convierte en un sitio de intercambio cultural y educativo, donde los enólogos comparten su conocimiento y bagaje, enriqueciendo el entendimiento de los asistentes sobre el mundo vitivinícola. Este enfoque en el aprendizaje y el desarrollo cultural hace de Montecito más que un destino turístico. Es una contribución vital al enriquecimiento de la cultura local y una invitación abierta a turistas para explorar la profundidad y diversidad de Tarija.
En resumen, Montecito se yergue no sólo como un emblema de la riqueza vitivinícola de Tarija sino también como un centro de convergencia cultural y educativa. A través de sus catas semanales y la diversidad de productos ofrecidos, este espacio promete una exploración sin precedentes de la cultura del vino y la cerveza, enraizada en la tradición, pero abierta a la innovación. Es una invitación a vivir experiencias únicas, donde cada sorbo es un viaje por la historia, el sabor y la pasión que caracteriza a los productores de la región.
Fomentar la apreciación por los vinos, destilados y espumantes producidos localmente, así como por la rica gastronomía tarijeña, no solo contribuye al desarrollo económico de la región, sino que también preserva y promueve las costumbres y la identidad cultural tanto regional como nacional. En este sentido, Montecito ampliará sus servicios con la distribución, comprometidos en completar el ciclo ofreciendo servicios adicionales que fortalezcan la conexión entre los productores locales y los consumidores. Esto incluye iniciativas como catas guiadas de vinos y licores, eventos gastronómicos que resalten la diversidad culinaria de Tarija y sus maridajes perfectos con las bebidas locales, así como programas educativos para promover el conocimiento y aprecio de la producción local. Al ampliar los servicios de esta manera, Montecito no sólo apoya el crecimiento económico, sino que también contribuye activamente a la preservación y difusión de las tradiciones y de la identidad cultural de Tarija, enriqueciendo la experiencia tanto para productores como para consumidores.
