A casi un año de su centenario, las Bodegas Atiriciau se proyectan como una bodega boutique que abre un nuevo espacio para los turistas. Pero entrar en este espacio es también un viaje al pasado, una confluencia de tiempos que se materializan cuando se da el primer paso dentro de esa infraestructura centenaria.

Y es que los pilares y paredes de la bodega son previos incluso a la Guerra del Chaco, hecho que frenó temporalmente los cultivos de vid y la producción del vino. Por aquellos años llevaba aún el nombre de Bodega Belén, pero en 1928, y de la mano de Germán Zambrana Ichazo, fue refundada tal y como se la conoce hoy, 96 años después. Por ese entonces, y hasta 1985, el vino de Zambrana llevaba el nombre de San Roque en la etiqueta.

El Valle de la Concepción, y concretamente la zona de Santa Rosa —a 25 kilómetros de la ciudad de Tarija—, son los testigos de cada etapa de la producción del vino, que retomó su producción desde el año 2018. Aquel año el nombre de la bodega mutó a Bodegas Atiriciau y los vinos a Tinga la Buchi, dando un giro pintoresco y más llamativo al oído.

Por si fuera poco, este viaje por el tiempo y diferentes épocas cuenta con viñedos que superan las cuatro décadas: plantas mayores que algunos de los visitantes.Cada paso por la bodega es un flashback de las historias de la familia Zambrana y una sutil intuición de un futuro marcado con el tono del vino.