En el barrio Torrecillas, a 15 minutos de la ciudad de Tarija y a 1 870 metros sobre el nivel del mar, se encuentras la nave industrial, el museo, las barricas y parte de los viñedos de la Bodega Magnus: un recorrido que se remontan a la unión de dos familias y la concepción de la etiqueta.

Décadas atrás, las familias Magnus y Zambrana entrelazaron sus destinos para convertirse en una sola. Ambas estaban ya familiarizadas con la producción de vino tanto de forma industrial como artesanal, respectivamente. Y fue en el año 2002 que apostaron por la Bodega Magnus con las uvas producidas tanto en Torrecillas como en el Valle de la Concepción, además de la zona de El Portillo. Esa variedad de terruás combinados en el producto final es uno de los principales estandartes de la marca.

Liz Arancibia de Magnus, la winemaker de Bodega Magnus

Parte también del movimiento enoturístico, la bodega abre sus puerta a visitantes para un recorrido de una hora en la que pueden conocer el proceso de elaboración del vino, el museo privado que cuenta la historia de Magnus y acompañar la visita con maridajes y vino. Cada que una persona visita las instalaciones o destapa una botella, pasa a formar parte de la familia Magnus.

Las noches de paella forman parte de otro concepto inseparable de la marca. Se trata de una tradición en principio familiar que nace con el regreso de Ernesto Magnus a Bolivia. Con el tiempo, las noches de paella se resignificaron en un sinónimo de costumbre y unión entre la gran familia Magnus y sus allegados.

Es así que para adentrarse en la historia de la Bodega Magnus las opciones sobran, ya que puedes adentrarte en la visita guiada o disfrutar de toda la herencia por tu cuenta en una copa de vino. Una copa llena de la riqueza y variedad de los terruás tarijeños. Magnus es la síntesis de uniones, de lazos familiares y de las virtudes de tierras tarijeñas.