Por: Julio César Molina Antelo, ingeniero agrónomo

Las cualidades de nuestro terrorir o terruño implican una combinación de factores —suelo, clima, variedad de uva y hombre— que ha logrado la evolución de vinos varietales. Estos alcanzan cada vez más realce en el mercado interno y en los paladares de visitantes extranjeros, quienes suelen resaltar las características aromáticas y las peculiaridades organolépticas de los vinos tarijeños.

Nuestro valle interandino o mesotérmico es donde la combinación de altitud, latitud y los estratos de suelo y clima, nos otorga vinos incomparables al resto del mundo vitivinícola. Pues gozamos de cantidades de resveratrol superiores a otras zonas productoras; porque la radiación, junto al frío nocturno en el periodo de la madurez y al equilibrio de nutrición de manera controlada, hacen posible que la epidermis de nuestras bayas sean, cuando menos, excepcionales. Con estas se inicia el proceso de la vinificación para que cada bodega pueda extraer las mejores notas que otorga el terruño a las diferentes cepas y variedades.

El “terroir”, “terruá”, terruño o pago se refiere a la tierra trabajada para la plantación y cosecha de uva o café. Tiene cuatro factores importantes: suelo, clima, variedad y hombre.

Es así como podemos encontrar en la oferta los vinos de bodegas tanto industriales como de tipo boutique, que muestran connotaciones particulares del vino, pero se encaminan en una sola intención por exportar la riqueza vitivinícola de Tarija.